Leche ...¿Hace Bien a nuestro Cuerpo?

Por Suzzane Holden, dietista
de Triangle Vegetarian Society (TVS)
Extraido de : http://www.ivu.org/spanish/trans/tvs-milk.html

"La recomendacion de la Terapia de Biomagnetismo es no consumir ningun producto derivado de la Leche mientras se esta en tratamiento. (Biopares)"



“La leche hace huesos fuertes”, “El alimento perfecto de la naturaleza”, “¿Tomaste leche?”... Estamos todos familiarizados con la propaganda del Consejo Nacional de la Leche. La mayoría de los americanos consumen productos lácteos diariamente y creen que la carencia de productos lácteos en la dieta pone su salud en alto riesgo. Sin embargo, cuando lo analizamos con más detalle, la verdad es justo lo contrario. Los productos lácteos están llenos de contaminantes y su consumo ha sido asociado a varios problemas de salud. Dejando de lado argumentos éticos y otros en contra del consumo de leche, veamos lo referente al tema de la salud.

Osteoporosis

Debes haber escuchado que el consumo de leche previene la osteoporosis, el debilitamiento de los huesos. Lo que el Consejo de la Leche ha descuidado decirnos convenientemente, es que los porcentajes de osteoporosis son más altos entre los más grandes consumidores de leche – las naciones occidentales industrializadas (1).

La verdad es que la osteoporosis es una enfermedad que involucra el balance del calcio, antes que una mera deficiencia de él. El equilibro total del calcio se ve afectado por la absorción del calcio (15%), el calcio ingerido (11%) , la excreción fecal del calcio (23%), y la excreción urinaria del calcio (51%) (2). Minimizar la pérdida de calcio puede ser difícil para aquellos que se rigen por la dieta americana estándar (S.A.D), pero aquellos que eligen una dieta a base de vegetales están en una situación diferente. Las investigaciones han demostrado en repetidas ocasiones que una ingesta alta de proteínas incrementa la pérdida urinaria de calcio. Sin sorpresa, la mayoría de los omnívoros americanos consumen el doble de la ración dietética recomendada (RDA) para la proteína. Otros culpables dietéticos son la ingesta excesiva de Sodio (3) y de cafeína (4). Así pues, si bien los productos lácteos son una buena fuente de calcio, el consumo de leche simplemente no corrige las causas subyacentes de la osteoporosis en América. ¡Piense en ello como depositar dinero en una hucha con un hoyo en el fondo!

El tema del calcio

Es probable que los individuos que consumen una dieta basada en vegetales, moderada en proteínas y baja en sal, tengan menos necesidades de calcio que aquellos que consumen la S.A.D. De todas formas, hasta que no hayan sido hechas más investigaciones es conveniente que los veganos procuren alcanzar la RDA para el consumo de calcio. Esto se logra fácilmente con el consumo diario de alimentos vegetales ricos en calcio y bajos en oxalato.

Los vegetarianos estrictos deben asegurarse de consumir un adecuado nivel de vitamina D, la cual participa en la absorción de calcio. Buenas fuentes son los productos enriquecidos con vitamina D (como las leches de soja y de arroz , así como ciertos cereales de desayuno) y la exposición de la cara y las manos a la luz del sol durante 10 a 15 minutos a la semana. También es importante para todos los americanos, al margen de sus preferencias dietéticas, incorporar actividad física en su rutina diaria con el fin de construir y mantener huesos fuertes.

Algunos alimentos vegetales ricos en calcio: Brócoli, berzas, nabo, hojas de mostaza, col, repollo chino (bok choy), tofú cuajado con calcio, bebidas de arroz o soya enriquecidas, zumo de naranja enriquecido, melazas oscuras, higos.

Cáncer de Ovario

La galactosa, un azúcar simple resultante al descomponer la lactosa de la leche, ha sido asociado con el cáncer de ovario (5). Se ha estimado que el 10% de la población carece de la enzima responsable de metabolizar la galactosa, conduciendo a la acumulación de dicho azúcar en órganos como los ovarios. Se cree que esto desencadena una serie de fenómenos que conducen al aumento en los niveles de hormonas en circulación, lo que puede promover el cáncer de ovario (6). Los alimentos con los mayores contenidos de lactosa son el yogurt, la leche descremada, los helados y el queso fresco.

Cáncer de mama

Las tasas de cáncer de mama han sido correlacionadas con la ingesta de productos lácteos en diversos estudios hechos a poblaciones. De acuerdo con el Comité de Médicos por una Medicina Responsable (PCRM), la leche de vaca es un “cóctel de sustancias químicas provocadoras de enfermedades” y hay varias hipótesis que asocian el cáncer con el consumo de leche. (7) Se sabe que el exceso de estrógeno incrementa la reproducción de las células cancerosas. No sólo la leche contiene vestigios de estrógenos de la vaca, sino que la grasa contenida en la leche, como en cualquier alimento, aumenta la producción de estrógenos en el cuerpo de la mujer. La leche también es rica en IGF–1, un factor de crecimiento que provoca la multiplicación de células cancerosas en estudios realizados en tubo de ensayo; aún no sabemos hasta qué punto los humanos absorbemos el factor IGF–1 de la leche de vaca. Añadiendo problemas potenciales, ahora muchas granjas lecheras usan BGH (hormona de crecimiento bovino), la cual aumenta la concentración de IGF–1 en la leche, para aumentar la producción de leche.

Anemia

Si los niños son alimentados con leche de vaca, se pueden producir pérdidas de sangre en el intestino, provocando anemia (8). En los niños, la deficiencia de hierro puede aparecer como consecuencia de una excesiva ingesta de leche de vaca ya que ello desplaza a otros alimentos ricos en hierro en la dieta. Además los nutricionistas sugieren a menudo que los individuos anémicos no consuman leche junto con los alimentos ricos en hierro ya que el calcio puede reducir significativamente la absorción de hierro(9).

Intolerancia a la lactosa

Aproximadamente 2/3 de la población mundial no puede digerir el azúcar de la leche, la lactosa (10). Los síntomas comunes experimentados después del consumo de leche incluyen hinchazón, gases, diarrea y nausea. En muchas partes del mundo no se consumen productos lácteos o bien juegan un rol limitado en la dieta.

Cataratas

Se ha especulado que el metabolito de la lactosa, la galactosa, juega un rol importante en la formación de cataratas (11). La galactosa se convierte en galactitol, lo cual se cree que daña la estructura de la lente del ojo, produciendo cataratas (12).

Diabetes Mellitus insulino–dependiente

Los bebés genéticamente susceptibles que consumen leche de vaca aumentan su riesgo de contraer diabetes juvenil en su niñez. Una proteína específica que se encuentra en los productos lácteos, podría desatar una reacción inmune que destruye las células productoras de insulina del páncreas (13). Un estudio encontró que los niños que consumen leche regularmente, tienen el doble de riesgo de padecer diabetes. (14) Sin embargo, estas investigaciones todavía no son concluyentes.

Cólicos

Algunos bebés son sensibles a las proteínas de la leche de vaca y experimentan cólicos como resultado del consumo de leche. Su molestia resulta de la alimentación con leche de vaca, fórmula infantil a base de leche o leche materna de una madre que consume leche de vaca (15).

Alergias y asma

Es sabido que la leche es un alérgeno común. De acuerdo con el PCRM, problemas respiratorios, enfermedades de la piel, pequeñas ulceraciones dolorosas, u otros problemas de salud pueden ser provocados por la ingesta de productos lácteos. Para quienes padecen de asma y alergia, puede valer la pena intentar eliminar los productos lácteos de la dieta, durante un periodo de prueba.

Enfermedad Cardíaca

La mayoría de los productos lácteos contienen grasas saturadas, lo cual está fuertemente asociado a la enfermedad cardíaca. Algunos prefieren la margarina en vez de la mantequilla, pero la margarina ha sido hidrogenada haciendo que contenga grasas trans no naturales, las cuales también se han asociado con la enfermedad cardíaca. Todas las grasas (incluso mantequilla, margarina u aceite) contienen aproximadamente 13 g grasa/T, pero cuanto más líquida es la grasa, menor porcentaje de saturadas contiene. Las grasas monoinsaturadas como los aceites de oliva, canola y cacahuete son mejores para el corazón que las grasas saturadas. La mejor apuesta es dejar la mantequilla y la margarina, y preferir el aceite de oliva extra virgen o las cremas no hidrogenadas o mejor aún, simplemente disfrutar el sabor natural de los alimentos!.

Otras Consideraciones

* Los pesticidas procedentes de los piensos se concentran en la carne animal y luego son excretados en la leche.
* La gente que consume productos de animales alimentados con antibióticos pueden adquirir resistencia antibiótica.
* La leche es fortificada con vitamina D, la cual es peligrosa en altas dosis. (Sin embargo, cuando es sintetizada por nuestra piel durante la exposición al sol, no es peligrosa). En 1992 ocho personas fueron diagnosticadas con hipervitaminosis D, después de haber bebido leche fortificada inadecuadamente (16). Existe preocupación respecto a que la vitamina no puede ser mezclada adecuadamente cuando se está fortificando una gran cantidad de leche. El New England Journal of Medicine reportó que tan sólo el 12% de 42 muestras de leche analizadas, se encontraban dentro del rango esperado de nivel de vitamina D (17).

En nuestra sociedad el beber leche es una norma cultural que la mayoría de las personas no cuestiona. Sin embargo, desafía la racionalidad dar por supuesto que una persona, además de un ternero, tiene la necesidad fisiológica de consumir leche de vaca. ¡Parece que los bigotes de leche más prudentes de llevar son aquellos hechos con leche de soya, arroz, almendra o avena!

Referencias:
1. Calcif. Tissue Int. 1992;50:14-18.
2. NIH Consensus Conf. on Optimal Calcium Intake June 1994 Bethesda, MD.
3. J Hypertens. 1993;11:781-785.
4. J Lab Clin. Med. 1982; 99:46-55.
5. Lancet. 1989; 2:66-71.
6. PCRM: Good Medicine: Autumn 1996 p.13
7. PCRM: Good Medicine: Winter 1997 pp. 12-15.
8. J Pediatr. 1981; 98: 540-545.
9. Eur J. Clin Nutr. 1991; 46: 317-327.
10. Dig. Dis. Sci. 1989; 23: 963-980.
11. Nutr Rev. 1979; 37: 337-343.
12. Nature(London) 1959; 184: 194-195.
13. Diabetes Care 1993; 17: 13-19.
14. Diabetes Care 1994; 17: 1488-1490.
15. Pediatrics 1991; 87(4): 439-444.
16. NEJM 1992: 326: 1173-1177.
17. NEJM 1992: 326: 1178-1181.